La Última Condena
Dauro, 2022 |
Se giró y entró en la casa. No se volvió para decirle adiós ni para mirarlo, y Martí se quedó para siempre con la imagen de su trenza golpeando el vestido de algodón gris y los pies delicados dejando huellas leves en el polvo. Permaneció allí mucho tiempo, mirando la pared agrietada por el calor y las lagartijas que subían y bajaban hasta las malvas que crecían en su base. Luego, obedeciendo a un extraño impulso, comenzó a caminar hacia el río, lo cruzó y siguió andando en dirección a la montaña hasta que llegó a las primeras elevaciones del terreno.