La Última Condena

Dauro, 2022

Se giró y entró en la casa. No se volvió para decirle adiós ni para mirarlo, y Martí se quedó para siempre con la imagen de su trenza golpeando el vestido de algodón gris y los pies delicados dejando huellas leves en el polvo. Permaneció allí mucho tiempo, mirando la pared agrietada por el calor y las lagartijas que subían y bajaban hasta las malvas que crecían en su base. Luego, obedeciendo a un extraño impulso, comenzó a caminar hacia el río, lo cruzó y siguió andando en dirección a la montaña hasta que llegó a las primeras elevaciones del terreno.

Pequeñas piezas de la gran máquina

Cuadernos del Laberinto, 2017

Su madre era una buena conversadora. Agradeció a Vero y a Emilia que hubiesen cuidado de las chicas y les preguntó, sonriendo para dar a entender que ya conocía su respuesta, si se habían portado bien, qué tal estaba Toñín y si habían encontrado Madrid muy caluroso. Después comentó dirigiéndose a Emilia lo difícil que debía de ser la viudedad, y más con una hija pequeña, porque su esposo murió cuando Vero era pequeñita, ¿verdad? Lo que no puedo imaginar es cómo educan a un niño los padres separados, perdóneme, Vero, pero es que estoy muy anticuada, las cosas de las jóvenes de ahora me superan… ¿Un poquito más de zumo o prefiere té? 

Los hijos del ocaso

Micomicona Ediciones, 2016

La aparición
(Diecinueve años antes)

Aquel era uno de esos días en que la pequeña sentía que nadie se preocupaba de ella. La casa estaba revuelta, con el patio lleno de caballos sudorosos y el comedor repleto de guerreros que bebían, gritaban y pedían comida. Las criadas comentaban, asustadas, que el rey había sido asesinado y quien había sido elegido nuevo monarca era enemigo de su padre. Su madre les había ordenado a su hermana y a ella que se quedasen en sus habitaciones y no molestaran pero la casa ardía, tras todo un día de sol tórrido, mientras que allá afuera la ribera del río prometía frescura y diversión.

Los viajes inútiles

Cuadernos
del Laberinto
Febrero, 2015

Estambul I

¡Cómo abruma la Santa Sabiduría de Isidoro y Antemio! ¡Cuánto pesa la inmensa ligereza de esta casa! Ningún dios mereció jamás audacia semejante. Solo los mortales, acostumbrados al vacío y a la nada, podemos apreciar la libertad del aire encarcelado.

Hazversidades poéticas

Cuadernos del
Laberinto, 2012

Miro el otoño cerrar sus ojos de helechos y ceniza
y con sombrías lisonjas seducir a las acacias.
Contemplo, asombrada, cómo las mece y las desnuda,
cómo ellas tiemblan, suspiran, se conmueven
y derraman la turbulencia dorada de su ser.
Y me pregunto cuál es el encanto misterioso
de la aniquilación y de la entrega.

 

La Gomera y el arrebato

Cuadernos del
Laberinto, 2013

Octubre, 2018,
con la colaboración
del Cabildo de
La Gomera.

Al fin, un día del mes de octubre tomé el barco que hace el trayecto entre Valle Gran Rey y Los Órganos. Era una mañana azul, sólo azul. Nada se movía en el mar. Embarcamos con un cierto espíritu de aventura. Hasta ese momento, yo sólo conocía el tramo de costa de La Gomera entre San Sebastián y Valle Gran Rey. Nunca había visto los acantilados como los contemplaba ahora, con el viento en el rostro y sin nada que se interpusiera entre las paredes de piedra y yo. El viaje fue un espectáculo a través de la creación del mundo.

Cielo Abierto

UGT, Madrid 2006

 

 Baile del sol, 2010

Aquel olor

A lo mejor ésa no era la primera vez, no sé, no estoy seguro. Bueno, pensándolo bien, es posible que hubiera pasado en otras ocasiones por el olor, sí, ese olor que le dije que había en casa, me parece que ya estaba allí antes de aquel día. En realidad, yo no recuerdo una época en la que no estuviese, así que… En fin, lo que le iba a contar es que aquella noche 

Dios y sus dados

ESPARTARIA, 2005

Dios y sus dados

Alberto Rocha nunca creyó en Dios ni en el azar ni en que el toreo fuese un arte. En cambio, era un fanático del trabajo y de la verdad científica. En el año dos mil treinta y siete, cuando la Comisión para la Defensa de los Derechos de los Animales de la UNESCO le ofreció la dirección de un proyecto de investigación dedicado a recopilar datos y argumentos que

La mujer desarmada

SIAL, 2006

La mujer desarmada

Ser mujer, te dijeron, se parece a volar: es someterse al capricho de los vientos manteniendo, sin embargo, el rumbo fijo. Señalaron la meta: un lecho tibio, las tardes siempre en calma, las ascuas templadas de una hoguera modesta, una caricia plácida…

Equilibrio inestable

SIAL, 2005

En un mercado persa

Yo tenía entonces doce años y sabía muy poco del mundo. Aquella mañana, la primera tras mi regreso, acompañé a mi padre para vender en el mercado negro los vaqueros Lewis, las zapatillas Adidas, las sudaderas Coronel Tapioca, las camisas Mayoral y todo cuento me habían regalado. Tardamos muy poco en deshacernos de aquellas prendas, incluso nos compararon la maleta, una Samsonite roja, grande y ligera.

Arqueología

Universidad de Murcia, 2003

          

Cuadernos del Laberinto, 2013

Premio de Poesía Dionisia García

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Aquí abajo, en lo profundo,
habita el que por primera vez
enunció la pregunta.
Sabía pocas cosas:

Retrato de la felicidad

SIAL, 2002

   

Las lágrimas de Álvaro de Campos

            La primera vez que leí un poema de Álvaro de Campos, empecé a llorar. Creí que se trataba de emoción estético y, como acostumbraba a sentirla y, además, me satisfacía disfrutarla, no le di mayor importancia. Pero cuando llegué a esos versos que dicen:

           … consecuencia de tener cuerpo y alma,
            y el sonido de la lluvia llega hasta mi ser, y es oscuro

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